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viernes, 14 de octubre de 2011

SOME GUY WHO KILLS PEOPLE (2011)

Si echáramos un vistazo a la filmografia previa del director Jack Pérez, cualquiera con un mínimo de gusto cinéfilo habría huido de forma despavorida. El conjunto de despropósitos que aunaban su trabajo hasta la fecha no dejaba lugar para la esperanza, pero la valentía del temerario cinéfago no conoce límites y nos lanzamos a su nueva propuesta.
Pocos datos se sabían de esta película (pese a tener un título tan esclarecedor), y podemos afirmar que entramos vírgenes a la proyección que ofrecía gratuitamente la sala Brigadoon del festival de Sitges.
Tras una interesante introducción de su guionista y productor Ryan A. Levin donde nos contaba los pormenores de su realización y sus intentos fallidos de que fuera dirigida por John Landis, nos proyectaron el film a pelo, sin subtítulos y poniendo a prueba nuestro nivel de inglés.
La trama no es demasiado novedosa. Ken Boyd es un treintañero introvertido y frustrado que trabaja en una cafetería de carretera desempeñando distintas funciones. Cuando tiene suerte, atiende al personal y sirve unos deliciosos helados a las señoras, pero cuando el trabajo lo requiere, debe enfundarse un trajecito de cucurucho y servirlos en el exterior, promocionando los productos de manera humillante.
Su vida ha tocado fondo y parece que todos los que le rodean le han perdido el poco respeto que le procesaban, incluso su propia madre. Dibujante en sus ratos libres, un día decide llevar a la realidad sus macabros bocetos sobre asesinatos y liquidar a quién en un tiempo pasado o presente, le haya humillado en forma alguna. Comienza así una matanza indiscriminada en el barrio que será adecuadamente estudiada por el Sheriff y su ayudante, dos agentes bastante peculiares que tratarán de conectar los homicidios entre sí con un denominador común.
Para sorpresa de Ken, su hija Amy se presenta un día en la cafetería, ansiosa de conocer a su verdadero padre. Pese a la fachada desvergonzada e inteligente de su joven retoño, descubre que interiormente sufre las mismas humillaciones que padeció él, por lo que tendrá una segunda oportunidad para superar esa fase ayudándola.
Así arranca una historia que prometía ser el colmo del gamberrismo y ha acabado siendo una singular comedia que juega bien sus cartas y hace reír sanamente pero sin demasiados excesos sanguinolentos. Los personajes son en su mayoría divertidos, destacando por encima de todos un disparatado Sheriff  (además de ser el padre de Ken), con unas conclusiones delirantes a la hora de investigar las muertes y dejándonos las mejores secuencias del filme.
La trama principal no se centra en los descabellados asesinatos (como puede engañar el título), sino que para nuestra sorpresa, se va endulzando poco a poco hasta convertirse en un producto digestivo demasiado americanizado. Algunas pequeñas historias paralelas no terminan de funcionar, como la de Amy con su madre (una relación poco creíble a mi entender), el personaje del jefe de Ken, (desaprovechado) o el giro final que nos meten, tan desafortunado e innecesario que desfavorece el producto irremediablemente. Compararla con Kick-Ass o incluso con la más reciente Super sería decir demasiado, pero sí aseguramos que bebe de las mismas fuentes y pretende algo muy similar a éstas. Explicarnos la historia de un auténtico loser como Ken (alucinaríamos si supiéramos la de gente que se sentirá identificada con él) y su hipotética venganza es darnos la posibilidad de despojarnos de nuestros complejos y aniquilar junto al protagonista a la ristra de cretinos que quién más o quién menos, todos tenemos en mente, ya sean nuestros jefes o algún alumno cabrón del colegio.
Acompañarlo en su cometido es tan refrescante y entretenido como disfrutable, y aunque ya hayamos hecho este viaje cinematográfico en más de una ocasión, pienso que sigue siendo efectivo.
El hecho de que desprenda esa comercialidad inesperada no supone una desventaja, sino que simplemente la asienta en un género más familiar, con tintes desvergonzados pero para todos los públicos.
En definitiva, una cinta sorprendentemente divertida que arrancará más risas de las esperadas y que se apoya en personajes bien calibrados para hacernos pasar un buen rato. Una vez consumida por eso, a otra cosa mariposa.


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