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lunes, 12 de septiembre de 2011

ENVUELTO EN LA SOMBRA (1946)

Bradford Galt es un modesto detective que tiene una pequeña agencia de investigación, viviendo con pocos recursos e incluso durmiendo en el sofá de la oficina para evitar ir al apartamento que tiene alquilado donde debe alguna mensualidad. Un día recibe la visita del teniente de policía Reeves, quien nos permite conocer la existencia de un posible pasado turbio de nuestro protagonista, recordándole que debería haberle avisado si tenía pensado mudarse de ciudad. Galt solo desea poder tener una segunda oportunidad, volver a empezar, y llevar una vida honrada ejerciendo de detective, y así se lo hace saber a Reeves. Quién es Bradfold Galt realmente o que pasó en su pasado, son preguntas que nos asaltan desde ese momento. Como no podía ser de otra manera en una cinta de film noire, su sueño de llevar una vida "normal" se convierte en una tarea casi imposible para él como veremos a continuación. Una tarde tras terminar el trabajo de la oficina, invita a su joven y fiel secretaria Kathleen a salir a tomar algo e ir a pasar un buen rato a la feria, es allí cuando descubren que un hombre vestido con un traje blanco le está siguiendo. Galt se las ingenia para lograr atraerlo hasta su oficina donde le interroga y descubre lo que se temía, alguien le está pagando para seguir su pista, y resulta que no es otro que su ex-socio Anthony Jardine, despertando en él recuerdos muy desagradables de su pasado y una estancia por la cárcel que cumplió por su culpa. ¿Qué puede querer Jardine de él ahora? ¿Qué debe hacer a partir de ese momento? Poco a poco y sin darse cuenta Galt se verá envuelto en una historia plagada de traiciones, llena de engaños por todas partes y un plan que podría llevarle de nuevo entre rejas. El averiguar el por qué y quien está tras todo esto, implica jugar con fuego e ir al filo de la ley, y solo lo descubriréis si os lanzáis a verla, porque yo ya no voy a contaros nada más. Mi devoción por el género del cine negro es innegable, desde siempre me han atraído las historias de detectives o personajes atrapados en las tramas más truculentas que uno pueda imaginar, esa ambientación tan típica de los bajos fondos y las calles sucias de Nueva York u otra ciudad del estilo, de tugurios sórdidos donde se busca el chivatazo por parte del barman de turno, la presencia de la no menos típica femme fatale, esas gabardinas y los sombreros calados, matones y policías cumpliendo su particular rol, persecuciones de coches, o gimnasios de boxeo en los que se amañan peleas, y como no puede ser de otra manera, el investigador de pasado dudoso y jugando casi al límite de la ley, malviviendo en un cuchitril y bebiendo whisky en cantidades ingentes. Envuelto en la sombra es un claro ejemplo de este género, con la mayoría de sus elementos más característicos presentes a lo largo de su metraje y combinándolos de una forma inteligente y efectiva. Con un guión que inicialmente nos puede parecer sencillo pero que nos guarda una buena ración de pequeñas sorpresas que hacen que su visionado sea muy ameno y atractivo, consiguiendo que nos tenga durante 90 minutos atentos y sufriendo por el devenir del detective. La firme dirección de Henry Hathaway narrando con solidez y creciente interés a lo largo de los minutos, y la buena elección de los escenarios donde transcurre la acción logran transmitir ese ambiente sucio y decadente necesario para que nos creamos la turbia historia que nos están contando, en contraposición de otros que son su antítesis.
Las escenas en que se ven las sombras de los personajes a través de los cristales de la oficina de Galt están especialmente logradas creando una sensación de peligro y tensión tremendamente efectiva, así como la acertada fotografía en blanco y negro que tan bien transmite la realidad de estos ambientes.
La actuación de los actores es meritoria en todos los casos, me ha gustado especialmente Mark Stevens dando vida al torturado investigador Bradford Gal, logrando que empaticemos con él y sintamos como propios los problemas en los que se va sumergiendo. Otro que está fantástico y cuyo rostro cuaja a la perfección con su personaje es William Bendix en el papel de hombre de traje blanco que va tras los pasos de nuestro detective, chapeau para él y esa buena recreación de matón sin escrúpulos o a Lucille Ball como Katheleen, la secretaria, que también cumple con buena nota.
Lo dicho, una muy buena película para recrearse con el mejor cine de los años 40, un sólido guión, buena ambientación y una tensión del todo encomiables para disfrutar de cine de la mejor cosecha.

2 comentarios:

  1. El detective Galt es el actor Mark Stevens. Clifton Webb es el dueño de la galería de arte..

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  2. Cierto, una errata por mi parte, ya está arreglado en la crítica. Gracias por avisar, que seguro que de tanto en tanto se nos culean algunos deslices...

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