Navidad de 1985, Cubelles. Cinco amigotes entre once y doce años pasan el rato con sus bicicletas, viendo películas de terror y escuchando en sus walkmans aquella canción de Loquillo y sus rebeldes que decía -Esto no es Hawai, qué guay!- disfrutando de esa edad tan mágica que sólo paladeas verdaderamente cuando eres más mayor.
De hecho, Loquillo, es junto a Elsa Pataky, el protagonista de la cinta zombie que están viendo al principio de la historia, titulada con cierta gracia "Invasión Zombie", con doblaje sudamericano incluido que le otorga una mayor entidad a cualquier film de serie B que se precie.Un día, descubren en el bosque a una mujer vestida de Papá Noel herida gravemente tras haberse caído en un gran hoyo y que es incapaz de salir de ahí por sí misma. Asustados e indecisos deciden acudir a la policía, pero allí creen que se trata de una gamberrada y obviamente no les hacen ni caso. Descubrirán que dicha mujer se llama Rebeca, que está en busca y captura por el robo de 2 millones de pesetas y envalentonados pero incautos no se les ocurre otra cosa que sonsacarle información sobre el paradero del dinero como condición para ayudarla a salir del hoyo.
La cosa se complica y deciden no alimentarla mientras no suelte prenda, aumentando desmesuradamente el enfado de la mujer hasta límites peligrosos.
La huida y posterior venganza de Rebeca será el peso del argumento con aire slasher que respira la cinta en su último acto, y que notamos conjuga elementos del cine de aventuras infantiles y serie B muy adecuadamente. Hay pasión freak en cada plano, desde un desvergonzado guiño a Karate Kid (uno de los niños tiene un poster, la bandana de Daniel Larusso, trabaja la patada de la grulla y además pule cera), al equipo A, a los Goonies o a cualquier referente ochentero que podamos recordar, lo que hace que crezca en nosotros un interés entrañable en ver su desenlace.
Si además le sumamos que el último tramo es cercano al género terror con enemigo hacha-en-mano soltando chispas como Freddy, el encanto está asegurado si sabemos encontrarle la gracia.
Su duración es adecuada (unos rápidos 71 minutos) y nuestra inmersión en el film es total, pero resulta una verdadera lástima que esa sensación de apego se desvanezca tan rápido, teniendo un efecto agradable pero extremadamente efímero en cuanto termina. Tal vez se deba a la tediosa actuación global de los infantes, del todo insufribles, o a la nula participación adulta al film (a los adultos se les corta del plano, o salen de espaldas, tapados por objetos, etc...) que acompañados de una música como mínimo inadecuada, no consiga trasladarnos en cuerpo y mente a esa época y circunstancia, quedándonos contentos pero no entusiasmados con el film. Hay momentos de manual, escenas fallidas o secuencias con calzador, pero su visionado trata géneros que me fascinan y reconozco mi pasión por la idea del proyecto., aunque el resultado no haya sido excelente. Las impagables escenas de Invasión Zombie tienen auténtico sabor trash, secundadas por una aberrante actuación de Loquillo (no es para menos) y la autoparodia de la Pataky, como tía buena y tonta del héroe.
La desgarradora interpretación de la Santa Claus Rebeca (Maru Valdivieso) da mucho oxígeno al film, protagonizando las mejores secuencias (esa uña destrozada o la pierna fracturada y en gangrena) y con unos gritos tan espeluznantes que nos hielan el alma. Un acierto de actriz en toda regla. Su condición de cinta menor juega a su favor, ya que nuestro espíritu crítico no está tan expectante y su concepto de aventuras infantiles con final atroz resulta anticomercial, lo que agradecemos a viva voz.
Pertenece a la serie de films denominadas Películas para no dormir y que en esta ocasión, su realizador Paco Plaza (co-autor en las dos partes de Rec) ha cumplido con honores su aportación, como también lo hizo Álex de la Iglesia con su Habitación del niño.. Una recomendable cinta de aventuras mezcladas con algo de terror slasher, más un final con diferentes lecturas posibles y sobre todo, locura a raudales.
Conceptualmente puede que sea mejor sobre el papel que en la pantalla, aunque a un servidor le haya gustado, tampoco puedo decir que me haya maravillado.
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