Necesaria aportación bloggera de uno de los más acertados dramas judiciales de la historia del cine, con un magnífico Gregory Peck, que sin despeinarse, nos ofrece una lección digna de elogiar tanto en el film como fuera de él. Un abogado de una sureña ciudad americana en la época de la Gran Depresión decide defender a un negro acusado de violación (naturalmente, de una chica blanca). El caso parece sobreseido por falta de evidencias de culpabilidad, pero el fuerte impacto racial que se respira en aquél lugar junto con lo escabroso del caso, obligan al jurado (todo de blanquitos, como no) a no ser justos. Atticus (Peck) es un sensato y valiente abogado defensor que no sólo pretende ganar el caso, sino que su intención es defender unos ideales de justicia y equidad para todos, y lo que es digno de alabanzas para algunos, es duramente criticado por la gran mayoría. Ahora pues, el bueno de Atticus se ganará muchas enemistades en el pueblo, pero será ejemplo de justicia para sus dos hijos carentes de una madre.
La primera hora de película se centra en los hijos de Atticus, que de una manera hermosa y cándida, casi sin darnos cuenta, hacen un magnífico repaso por todos y cada uno de los personajes de la ciudad, estando interesados en sus pequeñas correrías al principio (salpicadas de dosis de terror, además) y acercándonos a todos los que poseerán relevancia argumental, paladeando uno de las mejores arranques de película que recuerdo, resaltando una estimable dirección de actores (rodar con niños siempre es complicado, pero aquí parece que hubo una complicidad y un orden asombrosos).La segunda mitad se centra entonces en los juzgados, trasladándonos a la corte dónde sucede el caso, además, llevados de la mano por los niños, ya que entraremos con ellos. Es ahí donde más se nota la pluma del ganador del Pulitzer, Harper Lee, (inspirador del film) ya que los diálogos están perfectamente escritos y con un ritmo inagotable, llenos de interés y coherencia que hacen constar la enorme diferencia entre abogados, uno cargado de prejuicios, casi anecdótico, y otro justo e imperturbable.
El tramo final es cuando, en mi opinión, no alcanza la excelencia del resto de metraje, ya que aún siendo lógico e ingenioso, me ha dejado un poco reseco el paladar, esperando tal vez, algo tan soberbio como sus anteriores minutos. Es incontestablemente una obra muy a tener en cuenta, clásico imperecedero donde los haya, pero achaca rasgos de una moralidad que ya se perdió, resultando algo inverosímil a las nuevas generaciones, incapaces de situarse en aquellos dilemas.
Con todo y con eso, es una opción muy aconsejable para los amantes del drama, del judicial, o incluso del terror, ya que como antes mencionaba, recurre a ese género en varias ocasiones, resultando muy estimulante. La historia paralela de Boo Radley (un primerizo Robert Duvall) es de enorme interés, ya que otorga desasosiego al día a día de los niños y acaba siendo crucial en el desarrollo de los acontecimientos, muy de agradecer para el atento espectador. Citada anteriormente la estupenda caracterización de Gregory Peck (con un parecido a Clark Kent nada casual, ya que el propio personaje de las viñetas considera Matar a un ruiseñor su película favorita, un precioso guiño) se une el resto del reparto, todos estupendos sin excepción que eleva todavía más, el maravilloso trabajo de Robert Mulligan.
Un dato que me pareció interesante es la filmación de la escena de 9 minutos del speech de Peck, rodada del tirón, donde podemos apreciar en toda su magnitud esa interpretación tan brillante.
Ganadora de 3 estatuillas muy acertadas además (que ya es raro) como mejor actor para Peck (sin dudarlo), mejor guión adaptado (merecidísimo) y mejor dirección artística (sabia decisión por parte de los académicos).
El dato más negativo es la lamentable edición en dvd, que dista mucho de ser una remasterización y que induce a consultar internet para su gratuita adjudicación (me temo que hay una edición en condiciones, pero desgraciadamente, no es la mía).
La película es excelente.
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ResponderEliminarSegún Michael Ironside en Scifiworld este mes : "Matar a un Ruiseñor" es un film brillante, brillantemente interpretado. Y si recuerdas la película, el chiquillo que los visita, ese es Truman Capote. Era amigo del novelista en la infancia. No lo sabïas, ¿eh? (sonríe)......Pues no, no no lasbíamos Mike, curiosidad cinéfila.
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