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sábado, 30 de mayo de 2015

FESTIVAL DE CANNES 2015 (PARTE III)

Mi tercer día en Cannes vino marcado por un fuerte aroma hindú, gracias a los 2 films que me entraron en la agenda, "Masaan" (Fly away solo) y "Chauthi Koot" (The Fourth Direction). Ambos estaban, aparentemente, fuera de la órbita esencialmente Bollywoodiense, es decir, apartadas de esas inaguantables coreografías de excesos cromáticos, sus constantes desvaríos machistas, desamores de bolsilibro y demás tópicos insufribles.
La primera en cuestión, "Masaan", si bien no es para nada una película para tirar cohetes, resultó ser un film de lo más competente, con un buen diseño de producción, sólidas interpretaciones y dueña de un ritmo agradecido, sabiendo combinar de forma inteligente sus historias cruzadas para terminar en una secuencia de lo más emotiva (en mi opinión, con un clímax notable) y sin caer en ningún momento en el dramatismo barato.
Cuatro generaciones con el río Ganges como telón de fondo viven en "Masaan" su particular drama, montado en un acertado doble paralelo y presentando personajes diametralmente opuestos; un chico de barrio pobre que descubre el amor, una chica acusada de un percance sexual trágico, el padre de ésta en jaque con su moralidad y un niño soñador que investiga sus límites. Todos unidos por las circunstancias de una sociedad inestable, todos unidos por las tragedias alrededor del omnipresente Ganges.

El río Ganges, quinto protagonista de Massan.
El segundo plato del día no fue tan de mi gusto, lamentablemente. "Chauthi Koot" nos procura una primera hora del todo insoportable, con largos silencios insustanciales y una falta total de mensaje, amén de unas actuaciones sin un mínimo de talento. Un suplicio sin piedad.
Sin embargo, su segunda mitad, pese a no conseguir tampoco conectar del todo las 2 historias narradas (el granjero que cuida a su familia y los polizontes del tren), sobresale por inyectar un pelín de ritmo a la "trama" y espolear al espectador lo justo para que la sensación final no sea de estafa absoluta. La dolorosa secuencia del perro, gota que colmó el vaso, convierte finalmente mi valoración en poco menos que un bodrio del todo insignificante, o por decirlo de otra manera, no merece atención alguna.

Una de tantas secuencias insufribles de Chauthi Koot, sin nada que explicar y tan aburrida como una sala de espera.
Ya en mi último día, acudo a la final de cortometrajes en la Sala Debussy, donde proyectan 8 producciones de distinta índole, de árabes a argentinas.
De entre todos los trabajos presentados, me gustaría destacar 4 en particular, denostaría 2 de ellos y obviaría los 2 restantes por dejarme frío e indiferente. Sin duda el mejor se lo adjudico al corto argentino "Presente Imperfecto", de Iair Said. Un trabajo sincero, directo y divertido que reúne además a un reparto fabuloso en una pequeña pero linda historia, acudiendo a sus mismos términos.
Presente imperfecto, el más destacado
"The guests", de Shane Danielsen, fue una producción australiana también interesante, donde una mujer es extrañamente suplantada en su misma casa ante la inesperada llegada de unos huéspedes desconocidos. Un buen trabajo de atmósfera, bien interpretada y con una buena dosis por el gusto onírico, entre lo real y lo irreal. Destacable.
Ave María, un corto Palestino muy particular
La británica "Love is Blind" es sin duda la más divertida de todas, con una pareja de adolescentes pillados in fraganti por el padre sordomudo de la chica y la consiguiente maniobra para no ser descubiertos. Un corto con sorpresa muy encomiable, dentro de sus posibilidades.
Mi último recomendable es "Ave Maria", una co-producción entre Palestina y Francia que se centra en un convento de lo más especial, regentado por unas religiosas que ante la accidental llegada de una familia israelí, ve alterado su pacífico día a día. Una simpática propuesta que suscitó más risotadas que ningún otro.
Mis dos condenados serían "Waves '98" (Líbano) y "Copain" (Bélgica).
El primero por ser un ejercicio simulado de Akira pero en total decadencia, aburrido, sin alma ni ideas claras, y el segundo por llevarnos a una historia de chico burgués temeroso de perder a su pandilla por tal condición que poquísimo arroja al espectador pese a ofrecer gran cantidad de planos e imágenes, vacías casi todas. Una pérdida de tiempo.

martes, 26 de mayo de 2015

FESTIVAL DE CANNES 2015 (PARTE II)

Mi segundo día en Cannes continúa con una doble sesión vespertina, a priori prometedora. En primer lugar, me sumerjo en un film de índole moralista proveniente de Corea del Sur: "Madonna", de Shin Su-Won.
Estrenando la pequeña pero ejemplar Sala Bazin, además compruebo como a diferencia del resto de screenings, este no parece haber levantado demasiadas pasiones, pues la sala está muy por debajo de sus capacidades.
Las dos horas que dura el film tengo la sensación de que es un producto correctamente finalizado, sin duda profesional, con  una notable iluminación y muy decentemente construido, algo muy propio de los coreanos en general; pero también percibo que se enfría rápido su condición de "film debate" (donde una desdichadísima chica en coma y además embarazada de una violación podría servir para donar un órgano a un postrado y viejo millonario aunque sea abortando al bebé), y arranca no pocos bostezos debido a su lenta progresión.
Sin apenas ritmo y en cierto modo mal actuado, el film sin embargo constituye un trabajo digno dentro del territorio estrictamente cinematográfico, con un diseño de producción rozando lo impecable y un envoltorio bastante sustancioso. Un ejemplo perfecto para comprobar cómo una película que funciona encima de la mesa del productor, puede verse incapaz de tener ningún tipo de personalidad propia una vez rodada, debido, en gran parte, a la falta absoluta de improvisación y alma en las maneras de la directora.

"Madonna" (por la forma de sus senos) es pasto de burlas desde la escuela, y la vida de adulta no mejora las cosas
El supuesto plato fuerte del día venía a continuación, de la mano del incomprensiblemente aclamado director italiano Roberto Minervini y su propuesta "Louisiana : The Other Side". Un verdadero punto de inflexión  para mí en el festival, pues resultó ser la película que menos me sedujo en todos los sentidos y sin embargo fue la que provocó el aplauso final más largo que recuerdo en una sala de cine, no ya sólo en Cannes. Largos minutos de standing ovation hacia la figura del allí presente Minervini, un tipo que rezumaba arrogancia, importante también de puntualizar.
La película, en formato documental (juraría que en buena parte de ficción), sigue las andaduras de lo que llamaríamos inadaptados sociales; veteranos de guerra alcohólicos, demacrados, drogadictos en constante desintoxicación...gente descarriada, en definitiva.
Para fortalecer su discurso, el señor Minervini se va a Louisiana, cuna de la llamada Side B de la sociedad norteamericana, donde de lo más alto puedes llegar a lo más ruin, sin que nadie parezca echarte una mano. Allí desmenuza poco a poco la vida de estos desdichados, para, en teoría, acercarnos a una dolorosa verdad, los residuos de nuestra sociedad de confort. Nada que no hayan hecho ya otros cineastas previamente, como Linklater con su "Slacker", por poner un ejemplo.

The Other Side, un ejercicio vanidoso y arrinconable
En mi opinión no es más que un arrogante gesto de vanidad, insultante cuanto menos, de un burgués que al terminar su rodaje en la calurosa Louisiana, se metió de nuevo en su jacuzzi, esperando ser aplaudido mientras devora la siguiente ronda de caviar. Puede que me equivoque, pero algo me huele que no es así, visto lo visto.

lunes, 25 de mayo de 2015

FESTIVAL DE CANNES 2015 (PARTE I)

Afronto mi primer Festival Internacional de Cannes con grandes dosis de entusiasmo e ilusión, dispuesto a devorar el máximo de certamen que me sea posible en mi breve pero intensa estancia de 4 días.
Tras aterrizar en Niza y llegar a la bonita ciudad de Cannes, me tropiezo con Ángel Sala -director del Festival de Sitges-, que me comenta lo mucho que le fascinó "Mad Max : Fury Road" y de paso me alerta de las enormes complejidades que ofrece dicho festival, amén de sus famosas e interminables colas y el hándicap que puede ser el subtitulado.
Me hospedo en el Hotel Provence, un bonito lugar lo suficientemente alejado como para ser tranquilo pero lo suficientemente cerca como para ser cómodo. Un gran acierto, ideal, y un trato impecable debo añadir.
Recojo mi material y acreditación de empresa y me dispongo a comprobar si lo que anunciaba Sala era verdad. Y lo era.
Podría decirse que Cannes, como el mayor festival del mundo que es, se compone a su vez de 4 festivales, repartidos entre más de 6 salas de proyección dentro del propio recinto y otras tantas salas repartidas por la ciudad, lo que convierte su oferta en algo inasumible, imposible de abarcar por uno solo.
Por ello, y por mis limitaciones de acreditación (existen 6 badges -pases- de diferentes colores), entro a la sala Debussy para degustar mi primer film del día dentro de la sección "Un Certain Regard" (Una cierta mirada), que se compone, como su propio nombre indica, de miradas cinematográficas diferentes, sobre todo de destinos más insólitos.
Así pues, de la mano del cineasta etíope Yared Zeleke (allí presente y de semblante tímido, tal vez sobrecogido)nos proyectan su ópera prima "Lamb" (Cordero). El film, pese a ser de visionado plácido y por momentos emotivo, no logra traspasar ciertas formas amateurs en su puesta en escena y descarrila en su cometido de crear un personaje Dickensiano, un niño atormentado que no se separa de su cordero hasta que comprende lo dura que es la realidad de su entorno familiar y social.

Lamb, un film de procedencia etíope con buenas intenciones pero carencias de estructura
A pesar de ser bienintencionada y amable, no deja de ser una película menor de un cineasta que está aprendiendo a serlo, y que obviamente aún le queda recorrido por delante.

Esa misma tarde, y de nuevo con el elenco presente en la elegante sala Debussy, soy testigo de una de las cintas más interesantes de la semana, "Je suis un soldat" (Soy un soldado), del francés Laurent Larivière.
La historia de Sandrine, fantásticamente encarnada por Louise Bourgoin, una mujer en la treintena que vuelve a casa de su madre sin trabajo ni dinero para empezar a trabajar con su tío en un criadero canino, es sin duda un acertado drama salpicado de comedia dentro de un difícil tono agridulce, que acaba funcionando tanto en su forma como en su fondo.

Sandrine (Louise Bourgoin), tratará de salir adelante, pero no a cualquier precio.
En buena parte gracias a las capacidades de Bourgoin, el film trasciende su condición de cine menor para aterrizar en un terreno de mayor alcance, pues esa mirada llena de verdad en la actriz junto a un guión sensato y sólido, convierte el film en una buena opción a tener en cuenta, y no merecería pasar inadvertido.
Sin llegar a enamorar, Je suis un soldat es una cinta inteligente, equilibrada y sobre todo, capaz de abrir brechas morales y sensitivas en el espectador.

Costi, junto a su vecino y el farsante del detector de metales
Llegado el segundo día, y tras un poco de turismo por la zona (que me recordaba, y bastante, a Sitges, donde yo vivo), afronto mi tercer asalto del festival aún dentro de la misma sección. Esta vez con "Comoara" (The Treasure), desde Rumania y de la mano del experimentado Corneliu Porumboiu, nos aproximamos a la peculiar historia de Costi, un hombre de familia honrado y de clase trabajadora, que decide ayudar a un vecino en apuros a desenterrar un supuesto tesoro familiar, bajo tierra hace siglos, para aliviar los mutuos problemas financieros y de paso contentar a su hijo pequeño, ansioso por comparar a su padre con el aventurero Robin Hood.
La propuesta cinematográfica nos ofrece una perspectiva cómica muy personal y cercana al absurdo que combinada con una atmósfera apropiada (gran trabajo de fotografía) y unos diálogos certeros, alcanza a ser una obra del todo estimable, quizás aquejada de cierta parsimonia escénica pero por supuesto repleta de encanto y humor negro. Una nueva sorpresa de lo más agradable.