PAGES

jueves, 26 de octubre de 2017

FIREWORKS: SHOULD WE SEE IT FROM THE SIDE OR FROM THE BOTTOM? (2017)

Estos últimos años el anime se encuentra más fuerte que nunca. Sólo hace falta ver el exitazo de Your name (2016), siendo ya el film japonés más taquillero de la historia.
Parece que el éxito de la obra de Makoto Shinkai ha contagiado a futuros proyectos similares, con tal de ganarse un pedazo de taquilla con historias de amores juveniles imposibles afectados por circunstancias de carácter fantástico. Para finales de 2016, saltó la noticia de que se estaba trabajando en un remake en formato anime de uno de los trabajos de Shunji Iwai. El film en cuestión era Fireworks, el primero de Iwai que generó cierto ruido y aprobación crítica.
El original, pese a ser una TV-Movie, poseía encanto, ternura y mucha naturalidad en sus jóvenes interpretes, además de plantear interesantes conflictos: si hubieras hecho las cosas de otra manera, ¿el resultado habría sido el mismo o habría cambiado?.
Sin duda, esta tierna historia merecía explotarse con un mayor presupuesto además de mayores medios, y tras el acierto que supuso trasladar los personajes de Hana y Alice al formato animado con la entrañable The case of Hana & Alice (2015), por qué no hacer lo mismo con Fireworks.
Los encargados del proyecto serían Nobuyuki Takeuchi y Akiyuki Shinbo. El propio Shunji Iwai se encargaría de adaptar y expandir las posibilidades del guión original. Finalmente Fireworks: should we see it from the side or from the bottom? llegó a las pantallas japonesas el pasado mes de agosto sin hacer demasiado ruido en taquilla ya que según parece, no ha levantado demasiado interés. Veremos por qué.
Cartel del film original de 1993
Nazuna está triste porque le obligan a cambiar de escuela. La niña planea fugarse junto a su compañero Norimichi, pero su madre los pilla y la arrastra a casa. Todo podría haber acabado allí, pero el hallazgo de una misteriosa esfera luminosa abre un portal en el tiempo, haciendo posible que la historia tenga otro final...
Esta nueva Fireworks recoge gran parte de las escenas y momentos que poseía la original, aunque finalmente la historia acaba yéndose hacia otros terrenos por su orientación más abiertamente fantástica, quizás afectada por el efecto Your name (2016). Este elemento fantástico,que se suma a esta historia de amor adolescente, a priori imposible, se representa en una pequeña bola de metal y colores chillones con la que el protagonista puede viajar atrás en el tiempo y corregir ciertas decisiones. El resultado final de Fireworks es curioso, competente y merecedor de un visionado, pero no resulta memorable ni creo perdure en la memoria del aficionado.
Pese a sus acotados 90 minutos, se siente demasiado alargada y reiterativa. Una idea siempre tan fascinante como la de los viajes en el tiempo no está tampoco bien aprovechada en la historia, pues no resulta apasionante ni interesante, más bien al contrario, al tercer viajecito en el tiempo uno acaba bastante hastiado por la poca gracia con la que lo hacen (el momento cancioncilla por partida doble es toda una prueba a la paciencia).
Al original le sobraba y bastaba con 45 minutos para emocionarte y conmoverte con los mínimos elementos, hecho que no llega a conseguir en ningún momento esta nueva versión.


No llegas a empatizar totalmente con su pareja protagonista y su romance se antoja algo soso y poco conmovedor. Si encima somos abordados cada dos por tres por momentos de humor algo sonrojantes, el resultado final acaba afectado. Ahora bien, Fireworks goza de una idea original, si (aunque que esté más o menos bien llevada ya es otro cantar), una animación que cuando se dedica a plasmar los paisajes y ambientes de los personajes resulta preciosa y un clímax final verdaderamente conmovedor con la canción original del film de Iwai, Forever friends cantada por Seiko Matsuda, retumbando por los altavoces.
Además, quizás conscientes sus creadores del aburrimiento general de la historia, somos abordados cada poco por una sexualización extrema (en el dibujo) de los personajes femeninos, ya sea del personaje protagonista de Nazuna, una school girl de 14 años o por las enormes voluptuosidades de la profesora de instituto. Son elementos, al menos, intencionados o no, graciosos y distraídos (para el público masculino).


Fireworks es un film que no pasará a la historia del anime pero bien vale un visionado, proporciona momentos simpáticos, una animación en ocasiones de carácter muy bello y un clímax final que yo como romántico ocasional que soy llegó a conmoverme. Aunque peque de una historia mal conducida y poco aprovechada y una sensación de desgana general. No apta para diabéticos emocionales. Goza de exceso de azúcar. Esperemos que si Shunji Iwai piensa adaptar, en un futuro, al formato animado otra de sus historias, sea de una mejor manera.
Dato para el aficionado: la voz del personaje de Nazuna procede de la belleza adolescente y joven promesa Suzu Hirose (y buena intérprete), a quien hemos podido ver en Nuestra hermana pequeña (2015) o Rage (2016). Y más curiosidades de producción: la actriz Takako Matsu es quien pone voz al personaje de la madre de Nazuna. Matsu aparecía en el clásico de Iwai, Historia de Abril (1998) y a la actriz la hemos podido ver en numerosas obras como Confessions (2010). Y para finalizar, por lo visto, la creación del film finalizó 12 días antes del estreno oficial en Japón este agosto.

miércoles, 25 de octubre de 2017

PALMARÉS, FOTOS Y NUESTRO TOP-5


TOP-5 SOSPECHOSOS CINÉFAGOS 

Jesús Álvarez




1. THELMA
2. SALYUT-7
3. A PRAYER BEFORE DAWN
4. STRANGLED
5. LA FORMA DEL AGUA

Adrián Roldán



1. OKJA
2. SURVIVAL FAMILY
3. A SILENT VOICE
4. BRAWL IN CELL BLOCK 99
5. TOKYO VAMPIRE HOTEL


Marc Ventura





1. THELMA
2. STRANGLED
3. SALYUT-7
4. A GHOST STORY
5. BRIGSBY BEAR


Vamos directos al grano. Ahí van algunas fotos y el palmarés principal de la 50ª edición ha quedado de la siguiente manera:








Sección Oficial Fantàstic Sitges 50

Mejor película: JUPITER’S MOON, de Kornél Mundruczó


Premio especial del jurado: THELMA, de Joachim Trier


Mejor dirección: Coralie Fargeat, por REVENGE

Mejor interpretación femenina: Marsha Timothy, por MARLINA THE MURDERER IN FOUR ACTS

Mejor interpretación masculina: Rafe Spall, por THE RITUAL

Mejor guión: Joachim Trier y Eskil Vogt, por THELMA

Mejores efectos especiales: Ferenc Deák, por JUPITER’S MOON

Mejor fotografía: Andrew Droz Palermo, por A GHOST STORY

Gran premio del público: MATAR A DIOS

Anima’t

Mejor película: TEHRAN TABOO, de Ali Soozandeh


Noves Visions One



DAVE MADE A MAZE, de Bill Watterson


Mención especial: KUSO


Panorama Fantàstic

CREEP 2, de Patrick Brice


Panorama Documenta

Premio del público a la mejor película: 78/52, de Alexandre O. Phillipe


Òrbita

THE BATTLESHIP ISLAND, de Ryoo Seung-wan


Premio de la crítica - José Luis Guarner

Ex aequo

AS BOAS MANEIRAS, de Juliana Rojas y Marco Dutra

THE KILLING OF A SACRED DEER, de Yorgos Lanthimos


Premio Citizen Kane a la mejor dirección novel

Coralie Fargeat, por REVENGE

Mejor película Discovery

BRIGSBY BEAR, de Dave McCary

martes, 24 de octubre de 2017

FESTIVAL DE SITGES 2017: DÍA 10

Con la concha de Oro de San Sebastián aún bajo el brazo, "The Disaster Artist" aterrizaba en Sitges, para sorpresa de muchos, dentro de la maratón nocturna del último sábado. Desde su pre-producción hemos seguido con atención su desarrollo, pues en cuanto vimos que el guasón de James Franco ponía su lente en la ¿inolvidable? cinta de culto de Tommy Wiseau, entendimos que la espera valdría la pena. Y así ha sido.
Ante todo cabe aclarar que el film de Franco sólo se podrá disfrutar en su plenitud si previamente se conoce la desastrosa pero extrañamente irresistible pseudo-película del rocambolesco Wiseau.
Lo sencillo era huir despavorido de aquel disparate que filmó en 2003 el inefable Tommy, y por descontado también lo más saludable y prudente. Pero en una inexplicable alineación astral, todo aquello que fue "The Room", de mal hecha, filmada, montada, ideada e interpretada, se transformó en otra cosa, del todo incontrolable, que adquirió vida propia, transformándose en un monstruo del anti-cine con un efecto maravilloso, una excepción entre un millón que la convirtió en cinta de culto al instante.
Las circunstancias de aquel rodaje fueron un auténtico despropósito, un capricho temerario de un personaje enigmático con mucho dinero del que apenas se conoce nada, ni su procedencia (aunque algunas fuentes apuntan a Polonia), ni su estatus social o familiar ni de dónde ha obtenido su fortuna (él mismo financió el proyecto de su bolsillo, superando los 6 millones de dólares).


Wiseau y Franco, tal para cual.
Todo eso, unido al desarmante resultado fílmico que fue "The Room", impulsaron a James Franco a retratar su propio Ed Wood, a dibujar un personaje que de pésimo y patético, se convierte en apasionante. Un chapucero inconsciente que se hace pasar por alguien de Nueva Orleans (todo indica que simplemente pasó allí una temporada), mal imitador de James Dean y de impredecible comportamiento, que sin embargo cautiva y despliega un carisma especial, que obliga a observarlo con atención.
Disaster artist mueve con inteligencia sus piezas, siempre respetando la figura de Wiseau pero repasando con incisivo humor su trayectoria en el cine, dándole cierta perspectiva filosófica e incluso atreviéndose a indagar sobre los valores de la amistad, algo que según parece, es fundamental para Tommy .
Una vez aceptas las normas, entiendes el cometido y logras conectar con la película (si es en grupo mejor que mejor, pues es una experiencia colectiva), la diversión está asegurada, ya que esa arrolladora atmósfera de comedia involuntaria que fue The Room, se traslada con acierto en la cinta de Franco, lo que es, sin duda, todo un éxito. Por último destacar el esfuerzo del actor norteamericano por mimetizarse con Wiseau, uno de los puntos fuertes de su película, y quizás uno de los papeles de su vida. Y no es broma...
(Redactado por Ultraman Álvarez).

jueves, 19 de octubre de 2017

FESTIVAL DE SITGES 2017: DIA 9

El bullying es un tema muy corriente en el cine adolescente japonés. A silent voice le da una vuelta de tuerca al tema plasmando la problemática estudiantil desde una óptica a la que no estamos tan acostumbrados, la del acosador.
La historia gira en torno a Shôko Nishimiya, una estudiante de primaria que es sorda y que al cambiarse de colegio comienza a sentir el bullying de sus nuevos compañeros. Uno de los principales responsables es Ishida Shôya, quien termina por forzar que Nishimiya se cambie de escuela. Años después, Ishida busca la redención de sus malas acciones.
A silent voice es un film precioso que habla sobre la redención y la culpa. Una película que se beneficia de una animación excelente y una narración apasionante... que desgraciadamente va diluyéndose a medida que pasa el metraje. Pero, le pese a quien le pese, la primera hora es excelente. La narración, el estilo de animación tan sutil y original, desde esos títulos de crédito con My generation, el inicio del acoso y cómo el acosador acaba recibiendo su misma medicina y ya unos años más tarde se ve carcomido por la culpa e intenta recibir el perdón de la persona a la cual hizo la vida imposible. Un punto de partida apasionante y excelentemente llevado.


Desgraciadamente no podemos decir lo mismo de la segunda hora de metraje, en donde si bien aunque la historia se siga con agrado, ésta va cayendo en los mayores tópicos del anime más reciente, con melodrama exagerado, personajes que se unen a la causa y que aportan más bien poco a la trama (la chica de turno que intenta ganarse el amor del protagonista y fastidiar a la otra es un tópico que aparece en el 99% de los animes recientes...), e interminables momentos de conversaciones y discusiones entre el grupo de amigos. Una lástima, aunque el resultado final es bien notable, con una propuesta original y que se diferencia de otros productos comerciales. Aunque aléjense aquellos sensibles al exceso de azúcar.
(Redactado por el sensible pero apuesto Adrián Roldán)


Los responsables del documental "Caniba", el británico Lucien Castaing-Taylor y la suiza Verena Paravel, estuvieron presentes en la Sala Tramuntana y nos hicieron una breve introducción, de manera excepcional, pues casi nunca se prestan a tales menesteres. Su nuevo trabajo prometía emociones fuertes y hacernos pasar por una experiencia estomagante, y de algún modo lo fue, pero no de la manera que supongo ellos esperaban...
El documental explora y trata de analizar la mente de un criminal antropófago, y se atreve a aproximarse a una figura imposible de olvidar, la del japonés Issei Sagawa (y de paso a su hermano Jun, otra pieza de museo). Issei, mientras estudiaba literatura en la Sorbona parisina en los años 80, se encaprichó de Renée Hartevelt, una hermosa compañera holandesa que, pese a dejarle bien claro que no estaba interesada en él, accedió a cenar en su casa el 11 de junio de 1981.
Tal cortesía fue letal, ya que tras asestarle un golpe en la cabeza con un martillo, Issei la hizo picadillo, la exploró post-mortem (me ahorro detalles, obviamente) y se la zampó poco a poco, lo que le provocaba una enfermiza y reconfortante sensación de proximidad amorosa, idílica y retorcidamente romántica.
Lucien y Verena, culpables de todo esto.
No fue difícil detenerle y condenarle, pero por un malabarismo legal incomprensible, Issei vive ahora tan tranquilo en Tokyo junto a su hermano Jun, que a su vez merecería otro documental para él solito, ya puestos.
El menor de los Sagawa, de ahora 68 años, consciente ya de su repulsiva condición, nos relata sin despeinarse cómo fue todo aquéllo, qué le impulsó y por qué ya no lo volvería a hacer, pese a no poder evitar pensar en atrocidades día sí, día también (algunas, según relata, inconfesables por su extrema crueldad).
Sin duda la concepción del documental es más que sugerente, morbosa y llamativa, y aunque nos provoque rechazo social en mayor o menor medida, todos queremos indagar y saber un poco más sobre el enajenado nipón (o eso creo).

El desafortunado manga

Lo que sucede es que el tándem de hipsters Lucien &Verena filman acorde con el asunto, o sea, incómodamente. Planos detalle o primerísimos primer planos desenfocados y movidos sobre la tez del protagonista, silencios prolongadísimos, secuencias en vacío y trucos desesperantes explorando espacios nos sitúan entre la pequeña línea del aburrimiento y el hastío el 95% del metraje, provocando el murmullo en el público, nervioso por ver que no pasa ni dicen nada en pantalla.
Bromeando con amigos... ¿increíble eh?.
Puedo llegar a comprender que la pareja de "auteurs" huya de lo políticamente correcto como objetivo de su autoría, incluso que pretendan romper todo tipo de convencionalismos formales, no caer en lo cómodo y lanzarnos un nuevo reto fílmico, pero el resultado no es otro que un efecto somnífero, casi narcótico en la audiencia (y mucho abandono de sala).
La historia de uno de los más célebres antropófagos confesos es fascinante, no lo pongo en duda, y se agradecen esos pequeños momentos WTF que contiene el film (un repaso al manga creado por el mismo Issei relatando lo acontecido (¡ver para creer!), secuencias pornográficas o incomprensibles parafilias), pero en conjunto se trata de un trabajo muy irregular, por momentos insoportable y que desborda cierta pedantería en su puesta en escena, más caprichosa y experimental que funcional.
Me quedo con el temerario intento de arrojar algo de luz sobre el comportamiento caníbal en el ser humano, lo que ha supuesto acercarse de la manera más desprejuiciada posible a tan complejo sujeto y la reflexión final sobre el verdadero sufrimiento de una mente tronada, tan compleja y dañada que se autodestruye día a día, tratando de controlarse.
(Redactado por el nuevo Pérez-Reverte, Jesús Álvarez).

viernes, 13 de octubre de 2017

FESTIVAL DE SITGES 2017: DIA 8

El octavo día de festival amaneció con la fuerza y atrevimiento de "Errementari", una jugosa fábula vasca que nos llega apadrinada por Álex de la Iglesia, co-productor de la misma, y que a su vez significa el debut en la dirección del hasta ahora cortometrajista Paul Urkijo.
Confieso sin tapujos que desconocía del todo la  existencia de la leyenda del errementari (herrero en euskera), y quizás por esa razón me quedé completamente absorbido por su compleja maraña genérica y diversidad narrativa, su fresquísimo descaro cómico y esa enorme personalidad que posee, algo que agradecí acaloradamente.
Pero situémonos: en una región próxima a Álava, una década después de la 1ª Guerra Carlista (1843), un cargo del gobierno se persona para investigar un suceso en la herrería del pueblo. Allí habita casi como un ermitaño, en medio del bosque, un misterioso herrero llamado Patxi, considerado por los aldeanos como un asesino siniestro y solitario que incluso se relaciona con demonios. Accidentalmente, Usue, una niña huérfana del pueblo, se cuela en la herrería y destapará el increíble secreto que allí guardaba el herrero, para así cambiar definitivamente el devenir de la aldea.
Es de ley aplaudir, por encima de todo, su valiente capacidad para no obedecer los criterios establecidos por ningún género en concreto, pues merodea con desparpajo por varios de ellos sin llegar a someterse a ninguno. En ella encontraremos atractivos rasgos de un terror de cuento sombrío, fantasioso y distendido pero no por ello menos horripilante; también se percibe un estudiado tratamiento del entramado dramático, trasladando una fábula con niños de por medio, con la suficiente entereza e inteligencia como para que su peculiar y nada obvia moraleja tenga toda lógica, además de resultar muy adulta; y por último, pero no menos importante, es resaltar su excelente y nada convencional sentido del humor, casi diría que innovador, rebelde y muy sorprendente al que, por supuesto, acabé rindiéndome.



Agradezco muy efusivamente que no nos abrumaran con efectos digitales de postín, y que el estupendo trabajo de maquillaje, aunque quede forzosamente guiñolesco, tuviera una fuerte impronta personal. Incluso en su tercio final, en la bajada a las mismísimas puertas del infierno, los juegos de iluminación y recursos de fotografía den una sencilla pero emocionante sensación de irrealidad, como de imaginario juvenil sin límites. Todo un gozo cinéfilo de difícil comparación, pues es única en su especie.
Resaltar el magnífico plantel actoral, empezando por el herrero, sobrio y acertadísimo Kandido Uranga, el demoníaco e inolvidable Sartael (Eneko Sagardoy) hasta la jovencísima Usue (Uma Bracaglia), todo un descubrimiento a su edad. Un film muy especial que proyecta una fuerte sensación de novedad, con una atmósfera de ensoñación y un poso final tan agradable como humilde. Una fiesta para los sentidos que si bien no enamorará a los más puristas, que seguramente no querrán/sabrán ser cómplices, sí merece mucha atención, tanto por su fuerza visual como por su sabia y variada conjunción. Arriesgada y simpática, destaca por ser una de las mayores sorpresas nacionales de la edición del Sitges 2017.
(Redactado por el príncipe de Freedonia, Jesús Álvarez).

Tras el visionado de "November" (probablemente la candidata por Estonia a los Oscars 2018), abandoné la sala algo confuso, casi aturdido, con una extraña sensación de agotamiento psicológico por no haber comulgado del todo con su rarísimo discurso humorístico-folclórico, ubicado en parajes incómodamente inhóspitos, algunos casi de pesadilla.
Basada en el supuesto best-seller "Rehepapp", de Andrus Kivirähk, el film en mi opinión tiene un plus de complejidad fuera de sus fronteras, y al menos a mí, se me hizo cuesta arriba no sólo terminarla, sino también llegar a conectar con ella u obviamente entenderla del todo.
La historia de amor imposible entre una aldeana estonia y un joven que no la corresponde, todo dentro de un contexto mágico (ella recurre al ocultismo para conquistarlo), surrealista, en medio de un ambiente pagano y enfermizo, parece razonablemente atractivo. Si además se nos anuncia como una mezcla de comedia absurda, magia negra, hombres lobo y dueña un retorcido nihilismo, todo parece encajar.
Pero algo descarrila, quizás por su incomprensible arquitectura narrativa (funciona a trompicones), su empeño en ser diferente o sacrificando un maravilloso uso de la fotografía en blanco y negro para explicar demasiadas cosas mal iluminadas (una lástima) y sin explotar sus posibilidades del todo.



No se le puede negar una carga dramática muy peculiar, de un romanticismo patético, y una reflexión divertidísima sobre las almas en pena que vagan por el bosque, y que a veces se instalan en objetos o animales. Pero en mi opinión, todo ese conjunto funciona únicamente un rato, sobre todo su genial escena inicial, que auguraba una obra maestra, pero no se sostiene durante sus casi 2 horas de metraje, que nos parecen el doble llegando al final.


En resumen, una película compleja, singular, bizarra, divertida a ratos y extrañamente atractiva, pero sin duda agotadora y desquiciante, que irá muy a gusto del espectador, y que será tan odiada como adorada, sin escala de grises. Entenderé al que la considere una obra maestra, pero entenderé más al que la considere caprichosa y ensimismada de sí misma, más vacía de lo que aparenta.
(Redactado por Jesús Marx).

Shinobu Yaguchi es uno de esos directores de gran éxito en Japón pero cuasi desconocido fuera de sus fronteras, lo cual es muy de agradecer al Festival el hecho de haber traído su última película, Survival Family.
Yaguchi es un personaje por el que siento enormes simpatías, en todos sus films consigue algo muy poco corriente, ya sean mejores o peores, siempre te dejan un buen rollo y una sonrisa tonta de oreja a oreja más que agradable. Siempre es dado al humor ya sea de carácter absurdo (presente en sus primeros films como la delirante Waterboys (2001) o la excelente Swing Girls (2004)), a otras más amables y blancas, de su última etapa, como la entretenida Robo-G (2012) o la muy notable Wood Job! (2014).
Con Survival Family vuelve a incidir en el fuerte contraste entre la civilización actual y su locura tecnológica, a la cual dependemos y el viaje hacia un regreso a la forma de vida sencilla de nuestros abuelos, donde con mucho menos parecían ser más felices.
Survival Family parte de cómo un apagón tecnológico repentino pone patas arriba la civilización tal y como la conocemos, y en concreto la de una típica y desavenida familia japonesa. Un padre que pasa de todo y está absorbido por su trabajo, una madre ama de casa bastante torpe y unos hijos en plena edad del pavo y totalmente adictos a sus teléfonos móviles… que prácticamente nada en la gran ciudad funcione (cualquier sistema tecnológico, y eso incluye vehículos, aparatos del hogar, trenes…) provoca que la familia realice un viaje imposible en bici hasta el pequeño pueblo de sus abuelos. Se inicia un viaje por el que pasarán mil penalidades, a la vez que aprenden a convivir entre ellos mientras descubren otra manera de ver la vida, mucho más alegre y viva que la esclavitud de la gran ciudad.


Un film totalmente agradable y repleto de perlas irónicas, con unos personajes bien dibujados y simpáticos. Un punto en contra es su alargada duración (2 horas) para una historia, al fin y al cabo, no demasiado complicada. Su primer tramo en Tokyo se hace algo reiterativo hasta que la historia se encara hacia lo más jugoso e interesante: el viaje de la familia a través de Japón, donde se proporcionan momentos muy bellos a nivel visual (esos campos de arroz japoneses son tan cinematográficos…) y donde subyace la moraleja del film.
Para Yaguchi (como ya demostró en Wood Job!) es urgente un regreso a la forma de vida sencilla y primigenia propia de nuestros antepasados. Una vida más feliz y llena de la sabiduría que parece que no tienen las nuevas generaciones. Survival Family ha resultado ser una muy agradable sorpresa que se aleja algo en calidad a los mejores trabajos de Yaguchi pero que derrocha inteligencia, ternura y simpatía. Notable.
(Redactado por el incombustible Adrián Roldán)


Okja ha tenido más polémica de la que debiera debido a su condición de film salido de la mega poderosa Netflix. Parece que el debate de si estos productos han de ser considerados cine o no ha tapado las enormes virtudes de la película en sí.
Debates al margen, es evidente que el éxito no ha hecho decrecer ni por asomo a Bong Joon-Ho ni su mala baba habitual ni sus afiladas críticas sociales. Tras disfrutar de classics como Memories of murder (2003) o The Host (2006), enormes eran las ganas de disfrutar de un nuevo trabajo de Joon-Ho tras la más que recomendable Snowpiercer (2013).
Okja es muy especial y vuelve a demostrar la tremenda habilidad de su director para mezclar géneros sin ton ni son; de la comedia al cine familiar, de la brutal critica capitalista hasta la "grotesquidad" del cine de terror. Es un retrato del mundo en el que vivimos: un mundo dominado por las mega corporaciones y la producción en masa. No hay nadie que se salve en la historia. Desde los dirigentes de las macroempresas de alimentación convertidos en seres desalmados hasta los activistas de pacotilla que sólo comen vegetales (lo único que parece no sentir dolor), o los ecologistas del nuevo milenio convertidos en auténticos farsantes y estrellas de la TV. De entre todo esto sólo queda la autenticidad e inocente relación entre una niña y su mascota, en un idílico paraje boscoso perdido en medio de Corea. 
Técnicamente, el film es impecable, y esa criatura tan entrañable (ese súper cerdo) es un prodigio de los efectos especiales que hace que empatizemos a la perfección con una criatura digital. Las interpretaciones se encuentran a un alto nivel con una descomunal Tilda Swinton a la cabeza y un Jake Gyllenhaal totalmente desbocado y en la que es la interpretacion mas difícil de aguantar por su histrionismo. La joven coreana Ahn Seo Hyun realiza un muy buen trabajo como niña perdida en medio de una odisea para salvar a Okja de convertirse en salchichas de consumo público.


Okja es una obra necesaria en estos días, que aúna espectáculo y una tremenda critica social, de muy fácil visionado y repleta de momentos excelentes, además no abandona cierta excentricidad en los comportamientos de los personajes (marca del director). Las persecuciones por la ciudad con Okja, la niña y los activistas son excelentes, y contiene momentos insólitos bajo su halo de cine familiar por su tono grotesco.
Un trabajo muy notable y que conforma una nueva joyita dentro de una de las filmografías más destacables y coherentes del cine reciente. Mi favorita de este año.
(Redactado por el galán de este blog, Adrián Roldán)

Como hemos visto en el análisis a la filmografía de Shunji Iwai que hemos realizado en este humilde blog, el pasado agosto de 2017 se estrenó en Japón un remake en formato anime de la primera obra de éxito del gran director japonés: Fireworks. El film original, pese a ser una TV-Movie poseía encanto, ternura y mucha naturalidad en sus jóvenes interpretes, además de un original planteamiento: ¿si hubieras hecho las cosas de otra manera, el resultado habría sido el mismo o habría cambiado?.
Esta versión animada de Fireworks recoge gran parte de las escenas y momentos que poseía la original, aunque finalmente la historia se dirige hacia terrenos diferentes debido a su orientación más abiertamente fantástica. El film, quizás por aprovecharse del efecto Your name (2016), contiene un elemento fantástico que se suma a esta historia de amor adolescente, a priori, imposible en la forma de una bola extraña con la que el protagonista puede viajar atrás en el tiempo y corregir ciertas decisiones.
Fireworks ha resultado ser un trabajo curioso, competente y digno de ver pero no memorable, ni tampoco una película que perdure en la memoria. Pese a sus 90 minutos, se siente demasiado alargado y reiterativo, y sus viajes en el tiempo no están tampoco bien aprovechados en la historia como para resultarte apasionantes o interesantes (al tercer viaje ya empezaba a estar hastiado).
Al film original le sobraban y bastaban 45 minutos para emocionarte, hecho que no llega a conseguir en ningún momento esta nueva versión. El romance se antoja algo soso y poco conmovedor y los momentos de humor, algo sonrojantes, no ayudan excesivamente.


Si bien, Fireworks goza de una idea original, (aunque que esté más o menos bien llevada, ya es otro cantar), una animación que cuando se dedica a plasmar los paisajes y ambientes de los personajes resulta preciosa y un clímax final conmovedor con la canción original que aparecía en el film de Iwai retumbando por los altavoces. No pasará a la historia pero bien vale un visionado.
Por otro lado, me resulta gracioso la sexualizacion extrema a la que están llegando los films anime actuales con sus personajes femeninos, no sólo de una school girl de 14 años, sino de las enormes y exageradas voluptuosidades de la profesora de instituto.
Yo por mí encantado, aunque acaba desviando la atención de lo que debería ser más importante e interesante, su historia. Como curiosidad, la actriz que pone voz al personaje de Nazuna es la belleza adolescente Suzu Hirose (y también buena intérprete) a la que hemos visto en Nuestra hermana pequeña (2015) o Rage (2016).
(Redactado por Adrián Roldán)