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miércoles, 24 de julio de 2013

THE BERLIN FILE (2013)

Con su último film, el director coreano Ryoo Seung-wan parece que empieza a presentar unas credenciales suficientemente contrastadas como para tener que seguirle más de cerca en el futuro. Si bien en su filmografía ya podemos encontrar algunas películas muy estimables, como son la poco conocida pero reivindicable Crying Fist (2005) o el interesante thriller The unjust (2010), ambas ya comentadas en entradas anteriores; pero es aquí donde ha logrado un trabajo que rezuma una mayor madurez como cineasta, presentando una gran solidez en todos sus apartados y que engancha desde buen inicio. La película que nos ocupa hoy tiene además la gran peculiaridad de desarrollarse fuera de territorio coreano (cosa nada habitual) para emplazarse en la ciudad de Berlín, dotando a este thriller de espionaje internacional de un marco ideal para su desarrollo.
La historia nos sitúa en plena capital alemana, donde el agente norcoreano Pyo Jong-sung se encuentra en una misión de venta de armas con un terrorista árabe y un agente ruso. Sin embargo, ésta se truncará con por la intromisión de los agentes de otra agencia, obligando a Pyo a huir de allí sin haber podido completar su misión. A partir de este momento entrarán en juego el cruce de sospechas entre todos los servicios secretos, y que nos obligará a estar especialmente atentos a lo largo de unos minutos para poder aclararnos en una trama algo liosa y poder identificar a todos los jugadores que entran en escena y determinar de que bando están.


Por un lado desde Pyongyang, mandará a un agente con la misión de encontrar al responsable de la filtración de información que ha frustrado la misión; haciendo que tanto el embajador norcoreano, el agente Pyo Jong-sung que vio fracasar su misión y Ryeon Jung-hee su esposa que trabaja en la embajada como intérprete, vean peligrar sus vidas; a la vez que empiece una guerra de nervios en los que todos ellos sospechan de los demás. Atentos a todo lo concerniente a sus vecinos, los servicios secretos surcoreanos van a seguir la pista de los distintos miembros norcoreanos tras la fallida misión, estando al mando el agente Jeong Jin-soo (gran papel del actor Han Suk-kyu), iniciándose así un intenso thriller de espionaje y contraespionaje, al que se sumarán las agencias de otros países.


Si tengo que destacar un aspecto por encima de todo, me quedaría con las escenas de acción, tanto en los tiroteos como en las secuencias de lucha cuerpo a cuerpo, donde su perfecta ejecución nos dejará sin aliento en más de una ocasión. Entre ellas mencionar la secuencia del metro o la intensa pelea en el interior del piso franco de los agentes norcoreanos, un gran ejemplo de lo que el buen cine de acción puede llegar a dar de sí. Con un ritmo vivo y sin concesiones, logra que en ningún momento haya un bajón y nos quedemos enganchados en una trama que cuenta con un guión inteligente que huye de muchos de los tópicos mil veces vistos anteriormente y que volveremos a ver otras mil veces en el futuro (atentos a las sorpresas), con buenos giros y al que solo le achacaría en sus primeros compases el ser un tanto lioso.
Otro punto interesante es el posicionamiento que toma aquí el director Ryoo Seung-wan respecto al conflicto de las dos Coreas, lejos de lo que uno pueda pensar inicialmente, no se nos muestra a los agentes norcoreanos como los malos de la función (si acaso a su Gobierno con la venta de armas, eso sí), pero en lo concerniente a los agentes, no llega a clasificarlos como buenos o malos, sino como personas que se ven atrapadas en una espiral que les supera y solo pretenden salir con vida de allí, de igual manera que el resto de miembros de las otras agencias. Un gran acierto en este sentido al permitirnos empatizar con todos ellos al tratarse de personajes con cierto desarrollo e interés. Sumando a todo ello unas actuaciones convincentes, tenemos ante nosotros un jugoso thriller que dificilmente llegará a nuestras pantallas o a distribuirse en DVD, pero que es merecedora de nuestra atención, ya que supera en mucho obras del mismo género del omnipresente y cansino mainstream Hollywoodiense. Avisados estáis, el que busca encuentra...


lunes, 15 de julio de 2013

EL JINETE PÁLIDO (1985)

Tercer western delante y detrás de las cámaras del incomparable Clint Eastwood (ha dirigido 4 hasta la fecha), y el más taquillero a la par que aplaudido por diversos críticos especializados. Ya con anterioridad, el espigado californiano firmaba las estupendas  Infierno de Cobardes (1973) y El Fuera de la Ley (1976) e incluso cerraría su ya de por sí impecable ciclo del oeste de forma gloriosa en 1992, gracias como no, a su magnífica y oscarizada Sin Perdón (actualmente pasto de un remake japonés en versión samurai).
El Jinete Pálido también presume de ser la película sobre el far-west más taquillera de los 80, pese a ser un remake inconfeso de la mítica Raíces Profundas (Shane, 1953) y deberle más de una idea calcada a Sólo ante el Peligro (High Noon, 1952), ambas claras referencias para el film de Eastwood.
Aquí, la historia versa sobre un solitario jinete, aparentemente una suerte de predicador (Eastwood) que llega a un pequeño poblado minero acosado por el despiadado cacique LaHood, dueño del resto de las tierras y que ambiciona quedarse con todas. Tras su consiguiente intromisión en el conflicto, el "predicador" deberá enfrentarse no sólo al pez gordo del lugar y su séquito, sino también a un viejo enemigo del pasado, el agente federal Stockburn (el desaparecido John Russell, también presente en Infierno de Cobardes) al que le acompañan su equipo de 6 pistoleros.
Resulta difícil esquivar los elementos más tópicos del género y no fracasar en el intento; pero aún se presenta más complicada la opción de respetarlos (y usarlos) para acabar haciendo un film magnífico y con personalidad propia, como alcanza a filmar (una vez más) el maestro Eastwood.


Un enigmático forastero que pisa tierra extraña, que acaba siendo justo con los débiles pero implacable con los corruptos y que además derrite a su paso a las féminas más apetecibles del lugar (los topicazos, vamos), aquí siguen estando presentes pero de una manera soterradamente inteligente.
El personaje central es un hombre errante parco en palabras, sin destino ni pasado conocido, y que tan sólo sabemos de él que viste como un predicador y que según cuentan, ya murió.
Si a este trazado argumental le sumamos que entra en escena tras las plegarias de una hermosa niña (bueno, no tan niña ya...), podemos caer en la obvia cuenta de que se trata de una figura fantasmagórica, o como mínimo sobrenatural. Un muerto a caballo que viene a cobrarse algunas vidas, como la mismísima Santa Compaña.


Tampoco falta el jugoso componente mesiánico en el menú. Cierto es que se le puede atribuir un evidente paralelismo Bíblico al entuerto, con personajes incluso similares (el codicioso muere, los humildes rezan y se salvan, un desconocido es adorado y seguido por todos...). En fin, que quién quiera verle esa lectura cristiana, el film se presta a ello si le perdonan la violencia y los tiroteos.
La cinta presenta una puesta en escena de lo más clásico en lo concerniente a exteriores, con unas imágenes por norma estables, bien iluminadas, sin apenas primerísimos planos y con una colocación de cámaras cómoda y agradable para el espectador. Sin embargo, la novedad viene gracias al peculiar concepto de interiores.
Un enfoque mucho más triste, desolador, sórdido, de atmósfera inquietante y oscurecida son el contrapunto perfecto para crear un western muy peculiar, rico en su utilización de maniobras fílmicas.
Si además consigues alguna escena realmente indeleble como la secuencia de la violación en las minas y la llegada del "pistolero/predicador/salvador", el baile de balazos y posterior acribillamiento del lugareño o los exquisitos 20 últimos minutos (sin desperdicio alguno), estarás delante de una joya del género, una obra maestra de la mano de un experto en la materia.


Enriquecida además con una apropiadísima banda sonora, poseedora de un ritmo incuestionable, muy buenas actuaciones y unos diálogos sin paja, tan sólo podría generar alguna duda debido a su discutible y/o previsible discurso (¿alguien no sabe lo que va a pasar desde un principio?), la pretenciosa y autosuficiencia actoral del propio Eastwood (que se sabe ya legendario y determinante en sus películas sin mover muchas piezas) o pequeños recursos en su diseño (imperdonable el muñeco del perro muerto al principio del film).
De todas formas, el film es del todo aconsejable, bastante entretenido (perdonando esa estirada escena de las explosiones) y además muy estimable en su propuesta, por lo que está adecuadamente considerada como otra joya de Clint Eastwood.


Como anécdota patria, comentar que un año después de El Jinete Pálido, se estrenó en EEUU un film titulado "The return of Josey Wales", que se transformó inadecuadamente en "El Retorno del Jinete Pálido" en los video-clubs ibéricos. Otra muestra más del oportunismo de este país, simpático a veces, pero casi siempre reprensible.

sábado, 6 de julio de 2013

SALON KITTY (1976)

A finales de 2001, el gran Woody Allen viajó a Barcelona para presentar su "casi" siempre esperada película anual; en esa ocasión se trataba de su estimable comedia La Maldición del Escorpión de Jade (The Curse of the Jade Scorpion, 2001). Habían transcurrido tan sólo unas semanas de los horribles atentados del 11-S que todos recordamos, y fue entonces cuando un periodista español, seguramente a la caza del titular, le preguntó si algún día se llegarían a hacer películas sobre tamaño atentado y qué pensaba él, como neoyorquino, sobre todo eso.
Allen, con su titubeante tono habitual, contestó:
- Por supuesto que sí se harán. Para que la tragedia se convierta en comedia tan sólo es necesario que pase un "tiempo".
Históricamente hablando así ha sido siempre, y la película que hoy rescato, Salon Kitty, es el mejor ejemplo para entender lo que dice el entrañable cineasta americano.
Corría el año 1975 cuando el erotómano hombre de negocios milanés Tinto Brass (un tipo muy parecido a Porky's), abría la veda hacía un jugoso pero sin duda desconcertante subgénero dentro de la ya de por sí extenuada corriente sexploitation. Nacía entonces el "porno con temática nazi" o nazisploitation, como también tuvimos ocasión de ver gracias a la tetralogía de la voluptuosa Ilsa y sus hazañas varias.
Como era de prever, lo que era un escándalo y una aberración para algunos (aunque podríamos encontrarnos algún que otro "sorprendido" incluso a día de hoy), para tantos otros sólo se trataba de un sano síntoma de libertad sexual y sobre todo, un punto de inflexión en el cine que contrarrestaba una época sobrecargada de miedos y censuras.

El mad doctor y un alto cargo nazi de sospechoso compromiso con el partido
La selección de las nuevas prostitutas para el Salón
Así pues, Tinto nos presenta en su controvertido film un burdel alemán de alto copete (el citado Salon Kitty) repleto de jóvenes y receptivas prostitutas polacas que sacian las perversiones de quién se quiera regalar a sí mismo un rato de placer sexual sin complicaciones.
Tras estallar la Segunda Guerra Mundial, los nazis obligan a la madame del local, Kitty, (interpretada notablemente por la malograda Ingrid Thulin) a cambiar a todas sus chicas por bellas e ¿inteligentes? jóvenes alemanas simpatizantes del partido nazi, como no podía ser de otra manera (además, escogidas concienzudamente para complacer al máximo a los altos cargos políticos, nada menos).

Momento más terrorífico que erótico, proyecciones del Führer sobre la chica en la cama
Pese a la oposición de Kitty, la Gestapo se infiltra y vigila todo lo que allí acontece, colocando micros y obligando a entregar informes de cada servicio a sus solicitadas muchachas. Pero llega el día en que un alto mando nazi (un, este sí, inteligente arquitecto) decide renunciar a las matanzas de su partido y volverse en contra del Führer, lo que obviamente, le traerá consecuencias indeseadas.
Naturalmente no podemos decir que Salon Kitty sea un film tan elegante como tres años antes lo fuera el film de culto Portero de Noche (Il portiere di notte, 1973), que tonteaba con el soft core bajo el mismo telón político pero no se atrevía a ir más allá en su propuesta y se limitaba a mostrar un comedido (aunque muy sugerente) erotismo.

La sinuosa Marguerita será una aliada para la temperamental Kitty
Lo que haga falta para satisfacer al inefable cliente nazi
Tampoco podemos pedirle peras al olmo, y como era habitual en el cine del italiano (últimamente las nuevas tecnologías le solventan esas torpezas), aquí la puesta en escena tiene más defectos que virtudes. Zooms molestos, cámara sucia (planos borrosos, mala gestión de las tomas), brusquedad en el montaje, exceso de metraje o innumerables rectificaciones de cámara limitaban un film que, por su condición, estaba ya condenado a sesiones de medianoche en cines de barrio. Sin embargo, un guión inesperadamente inteligente, buenas interpretaciones en general y un ritmo más o menos decente, consiguen hacer sobresalir a Salon Kitty del grueso de producciones del estilo.
Tal y como se espera de ella, las escenas eróticas (que a menudo van más allá..) son realmente interesantes, incluso alguna roza la genialidad cinéfilo-gamberra (esa proyección de imágenes de Hitler sobre la prostituta en la pared o el delirante desfile en tono de burla en la habitación). Mención aparte merece el desquiciado mad doctor de turno con sus aberrantes experimentos (daría para otro film) o los inquietantes juegos de espejos, otro tanto a su favor por sus posibles interpretaciones más allá del componente intimista (dobles morales, personalidades alienadas..).
Una película a veces incómoda (como las indecentes pruebas a las nuevas chicas del burdel), por momentos excitante (sobre todo gracias a Teresa Ann Savoy en el papel de Margherita) y a veces aburrida (esos numeritos musicales tan innecesarios) que pese a sus tropiezos generales, logra mantener el tipo y mostrar suficiente personalidad y fuerza en sus imágenes.

No es lo que parece, aquí no hay "final feliz"
Tinto Brass se propondría años más tarde, visto el éxito de Kitty, hacer lo propio pero esta vez con el Imperio Romano. Como resultado, rodaría la primera superproducción erótica de la historia (más de 15 millones de dólares y 2 años de rodaje), al lado de Peter O'toole o Helen Mirren y con un tono más atrevido todavía. Era el turno del film Calígula, considerada hoy pionera del hard europeo.